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Más allá de la lluvia sobre Gaza

Dicen que la noche petenece a los amantes sigilosos. Que los gatos acurrucados se esconden de la lluvia bajo los tejados de las casas bajas. Que aún queda la esperanza de que el amor se alce ingobernable por los rincones del mundo.
Dicen que un niño ha muerto por la explosión de una bomba en mitad de la franja de Gaza. Que su padre lloraba desconsoladamente junto al cadáver destrozado de su hijo. Que la sangre le empapaba las manos y las lágrimas el rostro. Dicen que en un instante la bomba estalló y ensordeció a quienes estaban cerca. Pero que destrozó para siempre a quienes la sobrevivieron.
Con lo que yo aprecio la vida de quienes amo, no puedo imaginar que en un instante todo se reduzca a un gran agujero en el suelo. A un montón de restos humanos entre girones de tela humeantes y ensangrentados. Y a un hombre destrozado llorando tan desconsoladamente como si se hubiese quedado vacío, casi muerto en vida.
Pero hoy llueve en la ciudad, la música deliciosa acaricia el espacio y pienso en aquella preciosa chica con su jersey blanco y su cabello negro. En lo increíble y genial que sería poder estar a su lado, besarla dulcemente y dejarme llevar en su misterio. Preso quizá de ese hechizo que llaman amor.
Así es el mundo que vivimos, un contraste entre la ternura, el amor, el deseo y la brutalidad del ser humano.
UN INSTANTE DE FELICIDAD; UN OASIS EN EL DESIERTO

Debe ser la incipiente primavera,
las palabras se han vuelto claras
y las imágenes muestran una ciudad
despierta, con las caras de las personas
completamente resplandecientes y vivas.
En este momento reina el optimismo,
aunque es lunes y hubo que quitar
una preciosa hora a nuestro devenir cotidiano.
Se aprecian sonrisas y unas tremendas ganas
de sentir y de amar sobre todas las cosas.
Atrás han quedado los días de la lectura,
de la meditación profunda y la búsqueda
de las causas de tanta injusticia en el hombre.
Han pasado tantas cosas que quiero mirar
a otro lado sin el remordimiento del cobarde.
El mundo se ha roto por tantos sitios...
Pero hoy no puedo evitarlo,
me invade la felicidad y el ansia.
Puede que sea la preciosa chica
de la melena oscura y ese jersey
blanco que tan bien le sienta.
Puede que la primavera me haya
convencido de que los auténticos
hombres son quienes gritan al mundo
su amor por el aire. Un amor sincero
por una muchacha y por todas las cosas.
Hoy no me duele la vida,
me siento parte de este pequeño instante.
Me siento libre en el amor, en la ternura...
y en el terrible sufrimiento que padecen
tantos seres humanos que no conozco.