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DEVANEOS

El puente blanco de cristal 2ª parte

El puente blanco de cristal 2ª parte

                                  II

 

EL QUIROFANO

Una ambulancia me traslada a otro hospital, en “mi hospital” no embolizan aneurismas, pero se que en la ciudad vecina lo harán estupendamente, eso han dicho.

Cuantas horas pude estar allí, cuantas horas pasadas sin conciencia, pensando lo que no quería pensar, apenas percibía mi entorno. Nueve horas en una habitación con nombre propio, llena de luz, nueve horas en un quirófano. Que son nueve horas para la inmensidad de mi vida, toda esa que he vivido y que me queda.

 

He regresado a mi ciudad de nuevo, la ambulancia sabía el camino de sobra. Otra vez en mi nuevo puesto de trabajo, mis nuevas compañeras me esperan con sus uniformes blancos, entran y salen, sin perder esa amabilidad, y ahora esa confianza que se ha forjado entre ellas y yo.  Siento ganas de fumar. Noooo¡¡¡¡ tajantes, ellas, sinceras y convencidas en sus razonamientos. No puedes, no debes,  me dicen. Yo me las apaño, y en el baño procuro liberarme de la prohibición.

Despierto entre una espiral, no recuerdo nada, estoy tirada en el baño, de mala manera. Una de mis compañeras está cogiendo mi mano, siente mi pulso, mientras pide ayuda, le miro, en su cuello cuelga un fonendoscopio, me roza el acero y refresca mi cara.

 

Esta vez fue corta mi estancia en quirófano, total una válvula en mi cabeza. Han agujereado mi cuello, lo siento dolorido.

El quirófano se ha convertido en mi esperanza.

Una vez mas, ahora ya no hago caso del tiempo. Mi cabeza, sin pelo, sin memoria sin futuro.  Tuve que entrar esta vez con la cabeza desnuda. Ahora los puntos sustituyen mi media melena rubia, bajo ellos, un vacío. Ya de regreso a mi habitación, mi cabeza esta muda. La noche es muy larga, el miedo impide que duerma, los pensamientos no se van y oigo llorar? a mi hermana, está cerca de mi, creo que llora por ella..

Vuelvo a encerrarme en el quirófano, con mis compañeros, los cirujanos, con los que se ha creado una relación muy estrecha, ellos me explican, ahora la carótida derecha, ahora la carótida izquierda, quizá podamos llegar a esa aneurisma.....   pero pierdo el sentido del tiempo, porque es imposible permanecer  en esa habitación, durante 10-12 horas sin perderlo. Claro que los cirujanos juegan con ventaja, ellos salen, entran, se turnan, yo no puedo turnarme con nadie, soy insustituible.

Cada entrada, cada salida de esa habitación, en la que deposito tantas esperanzas, el tiempo no existe, se desdibuja, ya no se si tengo 10 años, o si los últimos que cumplí fueron 42.

Ya en mi habitación, veo una cocina, enfrente de mi cama y quiero acercarme a la Vitro, a retirar una sartén que quema el aceite, y me acerco, porque la veo y desaparece. Que extraña sensación. Luego siento la necesidad de acercarme a la cama de mi hijo, muy pequeño, está al lado, tiendo mi mano para acariciarle, pero desaparece cuando estoy a punto de tocarle, y me enojo, grito.

Mi vida se entremezcla, aparecen y desaparecen las imágenes sin tiempo. El tiempo se me ha descolocado, es un rompecabezas que no logro componer. Intento colocar las piezas del tiempo vivido en su sitio justo y no puedo, se confunden.

 

Cuantas visitas el quirófano, cuantos encuentros con los cirujanos, cuantas sonrisas de mis compañeras, las enfermeras, las auxiliares, las que han cambiado mi cama, las que han limpiado mi lugar de trabajo, mi habitación.
Contadas veces acierto a darme cuenta de que mi nuevo aspecto no tiene nada que ver con el que tenía hace unos meses. Mi cabeza con el pelo a medio nacer, es una exposición de cicatrices, algunas tiernas aún.  Mi cabeza esta deformada.

Cada día el puzzle de mi vida se descompone mas. No tengo tiempo, no se discernir el ayer y el hoy. Los minutos o los días están descolocados, no puedo fijarlos. Solo una pequeña parte de mi cerebro se da cuenta de la realidad, debe ser una parte minúscula, y además de minúscula está depresiva. Lo he escuchado decir. Tiene una depresión que provoca que la poca lucidez que tiene, le impida hablar. Yo quiero salir de mi cuerpo, pero no me obedece.

 Josune Hierrro

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