De flores que son amores
Esta mañana primaveral le pregunté a Lolo cuál consideraba él (ya que se pasa la vida entre flores) que es la flor más humilde y más generosa. Tras un pequeño debate entre las malvas, las margaritas, las prímulas, y los pensamientos, hemos llegado por consenso que es el humilde geranio , no solo por humildad, sino por su agradecimiento y su resiliencia.
Mi madre plantó este geranio de la foto hace 7 años, le encantaban porque decía que resistían el Cierzo, las lluvias y el frío, no eran rencorosos porque si se te olvidaba regarlos, resistían amablemente con paciencia de madre. Aunque ahora toda afirmación se debe basar en evidencia científica, yo nunca me olvido de la evidencia emocional y el aroma del geranio me transporta a la infancia, a la galería de mi casa en Cariñena y a las tardes de sol con mi madre tendiendo, y yo, dándole pinzas y mirando la Torre de la Iglesia, con la radio de fondo y el sol y el viento acariciando mi cara. Momento entrañable, humilde y precioso que, gracias a la generosidad de ese geranio, rememoro cada vez que percibo su aroma. Ahí os lo dejo, con su humildad y su capacidad de resistencia. Deseo y espero que su esencia se incorpore en vuestro interior como lo hace en el mío y os de fuerzas para sobrellevar lo que nos queda.
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