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DEVANEOS

A las zenizas de lao tse

A las zenizas de lao tse


 

 

"El Tao que puede ser expresado no es el verdadero Tao"

 

 

             Antes de pasar a los contenidos físicos del manual de adivinación con baraja española, "El cartomante bífido", querría detenerme en esta sentencia inicial del pensamiento legado por el gran sabio chino, el cual nos advierte de que toda palabra es perversa y que solo se puede expresar la clarividencia sobre el silencio elocuente, no por el afán de ocultar su significado y sus significantes, sino porque cualquier acepción lingüística empleada alteraría su verdad. La verdad es un simple concepto semántico. Es por ello que para la transmisión de los saberes esotéricos no se emplean los libros, sino a la sazón y de manera metafórica, se transmiten en la tradición oral, o en el gesto ritual dramatizado o, a través, de la danza sagrada. Quiero que deduzcáis, pues, que este libro -aquí no presente- es una mentira necesaria aunque, ciertamente, no piadosa.

 

 

                   A cuento, una anécdota en parábola de un maestro primo taoísta y uno de sus discípulos, en el futuro Lao Tse, y que aclara la anterior aseveración de la innombrable verdad de los iniciados; que, también, es la verdad de los que no se inician. La verdad es una ciudad habitada por mentirosos; en el extrarradio, malviven, los ignorantes.

 

 

"El sabio no tenía nombre, como todos los sabios que no se precien en abundancia. A quien fuese que se acercase hasta él para consultarle, le respondía con una sonrisa profunda y un simple "Ya lo sé". Cualquiera que fuera la pregunta, les daba la misma respuesta: "Ya lo sé" o "Lo sé" o "La sé" o simplemente "Sé".

  • ¿Cuál es el sentido último de la existencia?

  • Lo sé

  • ¿Existe vida tras la muerte terrena?

  • Ya lo sé

  • ¿Debo partir mañana en la mañana hacia la ciudad de mis padres? ¿Estudio Medicina, o continuo en el taller artesano de mis protectores? ¿Sería conveniente que contrajese matrimonio durante este año?


  • ¿Mi marido me engaña con María del Pilar? ¿Y con otras?

  • Lo sé. Lo sé. Lo sé.

  • ¿Cómo debo educar a mis hijos?

  • Lot sé.

  • ¿Hay peligro de epidemia en las colonias africanas?

  • Tse. Tse.

  • ¿Cuál es la cuadratura del círculo?

  • La sé.

  • ¿Qué tengo que hacer para ser instruido?

  • Léase.

En cierta ocasión subió hasta su gris morada un ser despechado que no se conformaba con esas respuestas, y tal fue su enfado, que tras innumerables preguntas y la misma respuesta, se dijo: "A qué preguntarle a este viejo estúpido, si ya sé la respuesta". En ese momento, alcanzó la iluminación y tomó por nombre Yalose, Alose, Lose, Laose –dependiendo de la rapidez con que farfullaba los monosílabos que describían cualquier universo-. Y así ha llegado hasta nuestros tiempos el término LAO TSE, calificativo enseña, que define a toda la saga de sabios descendientes de este ramal ascenso."

 

 

              Ahora bien, el lector avispado se preguntará: "¿A qué fin y en base a que principios linguistícos este juego de palabras sin ninguna base lógica? El idioma chino nada tiene que ver con la fonética y la semántica castellanas". Yo le respondería: "Ya lo sé

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